lunes, 13 de abril de 2015

Una de las cuencas más contaminadas del mundo está en Argentina

La actividad humana está acabando con la capacidad de los ecosistemas acuáticos de regenerarse para cumplir sus funciones y eso afecta directamente en nuestra calidad de vida.

Argentina no es la excepción a este caso ya que presenta una de las cuencas más contaminadas de todo el mundo: la cuenca del arroyo Matanza-Riachuelo, al sur de la Ciudad de Buenos Aires y al norte de las ciudades de Avellaneda y Lanús. Además, la cuenca atraviesa otros 12 municipios.


La contaminación de este curso de agua alcanza niveles críticos en los niveles medios y bajos del mismo, siendo consecuencia del vertido indiscriminado de efluentes contaminantes a sus aguas, por parte de las industrias ubicadas a su alrededor y el polo petroquímico de Dock Sud. En adición a esto, la falta de planificación urbana y miserables condiciones de vida de los pobladores de la rivera trae como consecuencia el arrojo de basura al río.
Esto implica un problema a escala local ya que se ha demostrado que los altos niveles de contaminación del arroyo inciden directamente sobre la población que vive junto al mismo, que se calcula en 5 millones de habitantes, de los cuales la tercera parte no tiene acceso al agua potable.
También representa un problema a escala internacional puesto que las aguas del arroyo Matanza-Riachuelo desembocan en el Río de la Plata y este al Océano Atlántico.

Los altísimos niveles de contaminación en la zona son el resultado de años sin control gubernamental, sin consciencia ecológica, y sin justicia ambiental. Como habitante de las cercanías del río puedo afirmar que han sido muchas las promesas de limpiar el arroyo, pero esa no es la solución.

Es necesario eliminar el vertido de efluentes no tratados a las aguas del arroyo, no alcanza con limpiar la basura y el agua. Si se cortaran los vertidos, el arroyo comenzaría a recuperarse solo con el paso de los años. Si se respetaran las leyes ambientales y si los responsables (tanto de las industrias como del Estado) tuvieran consciencia y el mínimo interés por dejar un río mejor a generaciones futuras, hoy no viviríamos con una de las cuencas más contaminadas del mundo en nuestro país y la gente no se enfermaría como consecuencia a la contaminación de la zona.

En el 2004, grupos de vecinos pusieron demandas contra el Estado Nacional, la Provincia de Buenos Aires y la Gobernación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por la contaminación en la cuenca, pero al día de hoy, los niveles de contaminación siguen altísimos y los niveles de oxígeno en el agua, que pareciera no fluir, siguen bajando.

El estado del arroyo Matanza-Riachuelo es otro ejemplo de lo que la falta de conciencia ecológica puede hacer en un país donde el dinero destinado para obras de saneamiento termina desapareciendo y donde nadie pareciera hacerse cargo de nada.

Es responsabilidad de todos cuidar nuestros recursos, y aunque el saneamiento del arroyo no sea algo que vayamos a ver en nuestra generación, no significa que las generaciones futuras no puedan disfrutar de un curso de agua más limpio. Inglaterra así lo hizo con el Río Támesis. Es posible.

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